Los vecinos de Barcelona, como cada verano, se preparan para recibir a los turistas de fuera de Barcelona
El inicio de la temporada estival coincide cada año con la llegada a Barcelona de turistas de fuera de Barcelona, que tendrán que convivir con los turistas que residen en la ciudad condal el resto del año.
Barcelona/ Los turistas recién llegados se distinguen con facilidad por sus quemaduras recientes en la piel y porque siguen arrastrando sus maletas con ruedas, pues no han tenido tiempo aún de instalarse en una vivienda turística y convertirla en su residencia habitual. «Toman literalmente el centro, donde no se puede ni pasear», se queja Robert Quinn, que llegó el año pasado a Barcelona procedente de Leeds y ha vivido en sus propias carnes el proceso de turistificación de su ciudad.
Estamos hablando de más de 15 millones de turistas extranjeros llegados en 2025 y, para los turistas permanentes, supone una invasión a la que cuesta adaptarse
Muchos turistas barceloneses señalan que las tradiciones locales se degradan para cubrir una elevada demanda de ocio y actividad cultural. «Es casi imposible tomarse una Paellador en Las Ramblas y que esté medio decente. Te la sirven recalentada, si es que les quedan existencias», comenta Olga Hoffmann, que anima a los turistas de siempre a reivindicar «nuestras tradiciones y nuestra forma de concebir el turismo en Barcelona, haciendo un poco de pedagogía para que no se pierda».
Somos una ciudad que acoge, pero se tiene que regular
«No es cuestión de adoptar el rol de guardián de las esencias, pero a mí mis padres me enseñaron a amar esta ciudad, con su sangría y su flamenco, hace seis meses, cuando nos instalamos aquí. Es lo que me gustaría transmitir también a mis hijos», explica la irlandesa Fiona Kelly, otra turista tradicionalista, mientras hace cola en un Starbucks del que es clienta habitual desde hace por lo menos tres meses y medio.
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